Todo el mundo está de acuerdo en que el elevado desempleo es el principal problema de España. La cifra de 5,4 millones de parados –el 23,8% de la población activa– preocupa por su repercusión social y porque, en sí misma, es el mayor obstáculo para mantener un crecimiento constante. Es mucha gente que no trabaja, no consume, no puede pagar impuestos y, al final, no genera actividad económica. Si no se resuelve este problema, a medio plazo, España va hacia el estancamiento. En estos momentos es uno de los países de la Unión Europea con una de las tasas más bajas de actividad. Su población laboral, contrastada por la Encuesta de Población Activa, entre ocupados y desempleados que buscan trabajo, no llega al 60% de los 38,5 millones –o buena parte de ellos– que podrían estar incorporados al mercado de trabajo. Por todas estas razones, es importante que el crecimiento de la economía se traslade cuanto antes al empleo con toda su intensidad. Más allá de los factores estacionales. El Gobierno confía en que la economía pueda crear en la próxima legislatura en torno a tres millones de empleos. Es decir, recuperar los 20,7 millones de ocupados que llegó a tener España en el tercer trimestre de 2007, inmediatamente antes de la crisis, con un 7,8% de paro; la tasa más baja de la historia reciente. Ojalá se cumplan los pronósticos del Ejecutivo, y ojalá que sea con un modelo económico diferente al que nos llevó a la grave depresión, de la que hemos conseguido salir con un esfuerzo notable. Un modelo que, en buena parte, se base en la industria, la exportación, la tecnología, la innovación, la economía del conocimiento y, por todo ello, la formación de los trabajadores.
Es importante conseguir estos objetivos para que la creación de empleo sea un potente reclamo para sacar a la luz la economía sumergida latente, atraer a los españoles que están trabajando en el exterior y a los extranjeros que busquen una oportunidad entre nosotros. Parece una obviedad, pero España necesita ocupación y mucha población activa que la alimente. A medio plazo, será la única forma de que las pensiones públicas permitan que sus perceptores puedan vivir con una cierta dignidad. Que no continúe el proceso de recortes en el que han entrado en las dos últimas legislaturas, porque puede llegar un momento en el que las prestaciones contributivas sean iguales que una mera renta asistencial.
La población lleva dos años descendiendo. En 2012 llegó a su techo histórico, con 47,2 millones de ciudadanos. En 2014, la cifra bajó a 46,7 millones y, por varias razones, es muy probable que continúe cayendo en los próximos años. En primer lugar, porque, debido a la caída de la natalidad, ya hay más defunciones que nacimientos. Y, en segundo lugar, porque, ante la gravedad de la crisis económica, muchos españoles y extranjeros han buscado mejor fortuna en otros países. Hay que tener en cuenta, además, que la mayoría de los inmigrantes tiene una tasa de natalidad más elevada que los españoles. Al menos, durante la primera generación.
Estos dos problemas –la caída de la natalidad y la pérdida de trabajadores– son los que todos los responsables políticos, desde el Gobierno de turno al Parlamento, deben tratar de resolver con el apoyo de los empresarios y de todos los agentes sociales. La patronal CEOE estima que, en los próximos diez años, se va a producir un descenso de la población activa de aproximadamente 1,9 millones de personas. Entre otras cosas, porque, por un lado, y como consecuencia del envejecimiento, la población entre 50 y 69 años aumentará en 2,2 millones de personas, pero las cohortes comprendidas entre los 25 y los 44 años –el núcleo central del mercado de trabajo–, perderán más de 3,5 millones .
Así lo recoge un informe de CEOE, titulado Envejecimiento de la población y efectos en el mercado de trabajo. Por lo tanto, a corto plazo, pueden producirse dos efectos curiosos sobre el empleo. El primero es que un crecimiento económico sostenido y la reducción de la población activa pueden rebajar la tasa de paro considerablemente. CEOE calcula incluso que hasta el 7,5% de la población activa en 2023. Supondría rebajar el nivel de desempleo al tercer trimestre de 2007, inmediatamente antes de la crisis económica. Sin embargo, en el medio y largo plazo, puede haber problemas muy graves en la financiación de las pensiones, porque el descenso de activos, que ya se está notando, contrastará con la jubilación de la explosión de la natalidad en los años 60 y primera mitad de los 70 del siglo pasado.
Fuente: Expansión