La patronal CEOE quiere suprimir los puentes festivos y, en especial, los grandes puentes que habitualmente salpican el año. Los empresarios quieren proponer al próximo Gobierno “que se trasladen al lunes algunas de las fiestas de ámbito nacional que tengan lugar entre semana y, en concreto, las del 15 de agosto, el 1 de noviembre y del 6 de diciembre”. Es decir, el día de la Asunción, que concentra la mayoría de las fiestas más populares de los pueblos de España; la de Todos los Santos, y el puente de la Constitución y de la Inmaculada.
Los empresarios sostienen que “los puentes implican generalmente una ruptura y desoptimización (sic) importante de los recursos implicados en los procesos productivos”.
Así se recoge en las propuestas laborales que la patronal prepara para el Gobierno que salga de las elecciones del próximo 26 de junio.
De hecho, CEOE recuerda en su propuesta que ya hay un acuerdo con los sindicatos sobre esta materia con el siguiente argumento: “La recuperación del crecimiento y del empleo hacen preciso llevar a cabo una clara apuesta por medidas que redunden en una mejora de nuestra competitividad”. Por consiguiente, la organización que preside Juan Rosell sostiene que “en la actual situación de crisis parece conveniente reducir los perjuicios que puede ocasionar la existencia de días inhábiles y festivos entre semana en determinados sectores de actividad”.
La Constitución
Es decir, cuando las fiestas caen en días como el martes o el jueves permiten unir la libranza con el fin de semana anterior o posterior. El más grande de los puentes suele ser el de la Constitución –6 de diciembre– y de la Inmaculada –el 8 de diciembre–. Muy cercano además a un periodo lleno de días festivos como la Navidad y el Año Nuevo. De hecho, esta es una vieja cuestión que ya intentó solucionar la CEOE a finales del siglo pasado, pero ni el Gobierno de turno ni la Conferencia Episcopal se prestaron al acuerdo. El primero, por la necesidad de reivindicar la Constitución en un país con dos nacionalismos tan fuertes como el catalán y el vasco. Por razones obvias, la Iglesia es firme en el mantenimiento de las grandes fiestas católicas del calendario. En este contexto es en el que, en su propuesta, con una cierta contradicción, los empresarios emplazan al futuro Gobierno “a tener en cuenta los acuerdos con las distintas confesiones religiosas a la hora de plantear la racionalización del calendario de festivos”. Hay que tener en cuenta el paulatino incremento de las poblaciones musulmanas y chinas en España. En la misma propuesta, los empresarios plantean el cómputo anual de la jornada laboral; más flexible en su distribución que en términos semanales o mensuales, para “evitar el impacto de la configuración de los días festivos en las condiciones de trabajo”.
Fuente: Expansión