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LA CESTA DE LA COMPRA SE ENCARECE CON EL IPC EN NEGATIVO

17 mayo 2016
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El Índice de Precios de Consumo (IPC), que mide la inflación en España, registró una caída del 1,1% en abril respecto al mismo mes del año anterior, de acuerdo con los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, esto no significa que haya un descenso generalizado de los precios, ya que el grueso de la bajada se debe al desplome de los carburantes. Así, más de dos terceras partes de la cesta de la compra se encuentran en negativo, mientras que sólo tres de cada diez se abaratan a lo largo del último año. 

Este incremento de los precios está muy concentrado en la alimentación, que copa las seis primeras posiciones entre los productos que más se encarecen. En concreto, el aceite lidera las subidas, con una apreciación del 17% respecto a 2015, seguido de las patatas (14,1%), las frutas frescas (8%), las legumbres y hortalizas secas (7,9%), el pescado fresco (6,%) y las frutas en conserva y los frutos secos (4,8%). En resumen, los precios que más se elevan son precisamente aquellos de consumo cotidiano y, en muchos casos, prácticamente ineludible. 

También dentro del top ten empiezan a aparecer otros productos no alimenticios: los seguros médicos, que se encarecen un 4,5% en el último año, y los servicios telefónicos, que avanzan un 3,7%. A la par, y dentro de las diez primeras posiciones, se encuentran otros dos alimentos: el pescado congelado, que sube un 4%, y los crustáceos y moluscos, que registran un incremento del 3,6%. 

Por otra parte, el precio de los automóviles se eleva un 3,5%, uno de los incrementos más elevados de los últimos doce años, y esto se agrava por el encarecimiento de los seguros para el coche, que suben un 2,2% en abril. 

El aumento de los precios de los productos más básicos que conforman la cesta de la compra no es puntual, sino que lleva meses produciéndose. Y eso, coincidiendo con que la tasa general de la inflación encadena dos años y medio en niveles negativos o muy moderados. De hecho, los precios empezaron a descender a partir de octubre de 2013, debido al efecto escalón derivado de la subida del IVA un año antes y de un consumo en mínimos. 

Un año después, el desplome de los precios del petróleo lastraba con más fuerza el IPC, pero empezaba a generar un cambio en la composición de la deflación. Como los ciudadanos tenían cada vez más renta disponible, gracias a la recuperación económica y al abaratamiento del coste de la gasolina, incrementaban su consumo en otras áreas, elevando los precios. 

Así, la inflación subyacente (la que excluye las fluctuaciones de los productos más volátiles, como la energía y los alimentos) marca un incremento de los precios del 0,7% en abril. Esto, unido a un avance del consumo del 4% en el primer trimestre, también descarta la posibilidad de que la economía española se encuentre en deflación (ver información en posterior noticia). 

Rebajas muy concretas 

De hecho, las subidas de precios están muy generalizadas y afectan a 86 componentes de la cesta de la compra, mientras que las rebajas apenas tienen efecto sobre 36 productos. Así, los grandes desplomes se concentran en sólo tres áreas: energía, tecnología y transporte. Por categorías más concretas, otros combustibles lidera los descensos, con un descuento del 25,6% respecto a 2015, seguido de la electricidad (18,2%), carburantes y lubricantes (13,4%), el gas (13,2%), viajes organizados (9,9%), los equipos informáticos (8,5%), los equipos telefónicos (8,4%), los equipos fotográficos y cinematográficos (6%), el transporte aéreo (5,3%) y los equipos de imagen y sonido (4%). En resumen, bienes y servicios muy específicos y que no benefician por igual a todos los segmentos socioeconómicos, lo que ha llevado a muchos economistas a afirmar que algunos grupos, como los jubilados, pierden capacidad adquisitiva, debido a que no se ven tan beneficiados como el resto por las rebajas de precios y sí se ven muy afectados por las subidas.

Fuente: Expansión