La subida de los precios no encuentra freno, espoleada por un encarecimiento a nivel global de la energía que se está filtrando ya a otras categorías de productos. La inflación avanzó en octubre hasta el 5,5% desde el 4% al que cerró septiembre, encadenando una racha alcista con procos precedentes: hace tan solo ocho meses los precios estaban estancados en términos interanuales. Ahora crecen al ritmo más rápido desde el año 1992, año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en los que aún competía el equipo de la Unión Soviética (con otro nombre), y cuando el euro no era ni siquiera un proyecto.
En términos mensuales, los precios también han acelerado, subiendo en un mes dos puntos, es decir, el objetivo oficial para todo un año. Desde enero de 1986, el mes de la entrada de España y Portugal en la CEE, no se registraba un dato mensual tan abultado. Y desde marzo de 1981, mes posterior al año del golpe de Estado en España, la inlfación interanual no aceleraba punto y medio en un mes.
El INE no detalla las aportaciones de cada partida en esta primera estimación del IPC; los datos definitivos se publicarán a mediados de mes. En todo caso, el organismo apunta lo obvio: la electricidad, con un fuerte peso en el gasto de los hogares, es el principal componente que encarece la cesta de la compra: "En este comportamiento destacan las subidas de los precios de la electricidad y, en menor medida, los carburantes y lubricantes para vehículos personales y el gas". Además, según las cifras publicadas, los alimentos frescos han registrado también una fuerte subida mensual, del 2,5%.
La luz pasó de marcar una media en el mercado mayorista de 67 euros el megawatio en mayo a más de 100 en agosto, 155 en septiembre y en octubre apenas han bajado de los 200. Estos precios se trasladan a la factura de la luz a los clientes que tienen contratado el precio regulado PVPC, unos 11 millones de hogares. No obstante, tanto la subida de la luz como la del precio del gas en los mercados internacionales (principal motivo del alza de precios eléctricos) tiran también de la demanda de otras fuentes de energía, por lo que también los derivados del petróleo suben y castigan el bolsilo de los consumidores.
Además, los precios energéticos van contagiando a otras áreas de la economía, como indicó ayer el índice de precios industriales, aunque el ritmo es por el momento moderado. La inflación subyacente, que no tiene en cuenta alimentos ni productos energéticos para eliminar estos elementos más inestable, ha subido cuatro décimas hasta el 1,4%. La brecha entre ambas lecturas está en el nivel más alto desde 1986.
La escalada de los precios tiene impacto tanto en los presupuestos del Estado, que debe compensar a los pensionistas por la desviación del IPC sobre lo previsto. La llamada "paguilla" se abona en función del dato medio de los últimos 12 meses concluidos en noviembre. Si bien esta media está a cierre de octubre en el 2%, solamente el efecto escalón el mes que viene (es decir, si el IPC se quedara en el nivel actual), la media de 12 meses subiría al 2,5%. La Seguridad Social debe abonar la diferencia entre este nivel y el 0,9% que subieron las pensiones este 2021. Además, en 2022 las pensiones deben revalorizarse a partir de este nivel.
Igualmente, la escalada de los precios supone una factura para los trabajadores, puesto que solo una minoría de convenios contempla el mantenimiento del poder de compra. La subida media en convenio ronda el 1,5%, si bien este dato no tiene en cuenta a los empleados sin convenio o con convenio expirado. Finalmente, la inflación resta poder de compra al ahorro, en particular al que esté depositado en cuentas bancarias o activos de deuda de interés nulo.
Fuente: Consejo General de Graduados Sociales de España